Santa Faz




Cuentan que por el año 1479, una larga sequía asolaba las sedientas huertas alicantinas y que pocas esperanzas había de que las cosechas hubieran de ser suficientes para los lugareños de aquellas tierras. Y fue entonces, por aquel motivo, cuando mosén Pedro Mena propuso a dos franciscanos que por la Parroquia de San Juan andaban predicando, el organizar una procesión que anduviera desde el pueblo, hasta el Santuario de Nuestra Señora de Los Ángeles, ya en Alicante. En esta, caminarían en rogativa junto de la Santa Faz y así, el pueblo, podría contemplar la reliquia y la grandeza de tamaño tesoro.
Aquello aconteció, de ese modo, el 17 de marzo de ese mismo año de 1489. Junto a la Santa Faz, mientras los religiosos oraban con los Salmos, los fieles rezaban con fervor el Santo Rosario. Y cuentan que al llevar caminando como un cuarto de legua, al pasar algo más allá del barranco de Lloixa, el Padre Villafranca, que era quien portaba en sus manos la Reliquia, sintió tal peso en sus brazos que ya no pudo mantenerla en alto, y quedando, igualmente, inmóviles sus pies, no le quedo otra que comenzar a gritar pidiendo auxilio. Allí, por esta causa, quedó parada la procesión, y en tanto que los fieles se acercaban alrededor de la Imagen, todos pudieron comprobar cómo del ojo derecho de la Santísima Faz salía una lágrima que corrió hasta detenerse en la mejilla de Nuestro Señor, de tal forma que todos pudieron contemplar el prodigio y entre emoción, fervor y lágrimas, gritar fuertemente: ¡Faz Divina… Misericordia!
Más de medio siglo después, nuestra Santa Faz sigue siendo el icono de miles de alicantinos.  250.000 peregrinos se han acercado hasta las inmediaciones del Monasterio. Leer más